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Desde que el presidente Hugo Chávez asumió democráticamente la presidencia de Venezuela, los sectores reaccionarios internacionales no cesan en su empeño de lograr un efectivo Golpe de Estado contra la nación sudamericana. Para ello han ejercido sanciones y otras medidas de hostigamiento que han afectado, sin miramiento alguno, tanto a chavistas como a no chavistas, a toda la ciudadanía.
Cuando en el 2015 el presidente estadounidense Barack Obama decretó a Venezuela amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos, dio a conocer públicamente ante la comunidad internacional los intereses hegemónicos, injerencistas y el recrudecimiento del odio hacia la República Bolivariana.
Sus argumentos fueron la represión, falta de democracia y libertad de expresión. Esa Declaración y sus justificaciones esbozaron las estrategias imperiales procedentes fundamentalmente de la hegemonía estadounidense en su afán de intervenir en Venezuela, sustituyendo el uso del armamento tradicional por otras manifestaciones de desestabilización causantes de similar y hasta mayor daño que los proyectiles de combate.
Como expresó Obama, solo hay que inundar a Venezuela con suficientes “aguas residuales”, hacer a su ciudadanía suficientes preguntas y plantar en Caracas y las principales ciudades teorías de conspiración hasta lograr que el pueblo no sepa en qué creer, que ese pueblo pierda la confianza en sus líderes, en sus medios de comunicación, instituciones políticas, en que la verdad desaparezca y solo así el juego estará ganado.
Los Servicios de Inteligencia estadounidenses apostaron a que después del 5 de marzo del 2013 el pueblo venezolano quedaría a merced de dirigentes opositores que desde hacía años habían demostrado tener aceptación entre la ciudadanía; con el triunfo de esos cabecillas se obtendría el objetivo primordial proveniente de sectores de la extrema derecha internacional vinculados con el trabajo de análisis y desestabilización instigado y puesto en práctica por los Servicios de Inteligencia: el fin de la ideología chavista, el desmoronamiento hasta la desaparición de un proyecto ideológico bolivariano y por tanto el cese de fuerzas políticas y sociales defensoras de sentimientos de integración y concertación, latinoamericanos.
Con una fuerte escuela de pensamiento y estudio del efecto de las Plataformas Sociales Digitales, conscientes de la influencia sobre los individuos de los mensajes a través de los medios de comunicación, desde la cúpula hegemónica comunicacional se empeñaron en utilizar en lo mayor posible el desarrollo tecnológico y las investigaciones científicas para desvirtuar la realidad, crear un sentimiento de Ignorancia generalizado que permitiese en los momentos más oportunos la difusión de mensajes desestabilizadores en contra del gobierno venezolano.
La República Bolivariana de Venezuela se hizo apetecible para el imperio por su posición geoestratégica continental y por la tenencia de petróleo y otros recursos importantes comprendidos en las denominadas Tierras Raras, elementos necesarios para el desarrollo de la industria aeroespacial y de tecnologías de punta, estadounidense y europea, un entramado al servicio del Complejo Militar Industrial con la participación de compañías transnacionales y fondos procedentes del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y organizaciones abastecidas desde sus Servicios de Inteligencia, fundamentalmente la USAID y la NED, Open Society, Wilson Center, entre otras.
Desde Europa los Servicios de Inteligencia estadounidenses trabajaron en consonancia con sus homólogos europeos y con organizaciones como la Atlas Network (Red Atlas), en la formación de líderes emergentes venezolanos. Fruto de esa colaboración se conoció la conformación de la denominada Generación del 2007 que dio vida política a Juan Guaidó y otros jóvenes opositores causantes de buena parte de la agresividad y el desorden político en Venezuela.
La Generación del 2007 se vinculó desde los primeros momentos con Leopoldo López, Antonio Ledezma y otros opositores violentos para crear guarimbas (protestas fascistas y sanguinarias en su gran mayoría) a través de las cuales se trata de cumplir con lo que los Manuales de desestabilización política catalogan la subversión del régimen, o sea el derrocamiento en este caso del gobierno venezolano mediante métodos extremadamente agresivos.
La intensificación de la violencia en las calles venezolanas se logró con el apoyo y financiamiento de otras instituciones apoyadas desde las estructuras de Inteligencia con fines desestabilizadores, entre ellas las ultrarreaccionarias Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) de José María Aznar y la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA).
Lo anterior sirve de introducción para que se tenga noción acerca de la manera en que el poder imperial viene combatiendo en condiciones desiguales a los sentimientos de la ciudadanía venezolana que lo que desea en su inmensa mayoría es vivir en paz y tranquilidad, sin injerencia externa y por ende con total apego en el respeto a su soberanía. Y también para que pensemos en la forma en que actuaron desde los sectores reaccionarios en los días previos y posteriores al Golpe de Estado perpetrado a raíz de las elecciones presidenciales del 28 de julio del 2024.
Desde antes del 28 de julio se conoció que una vez más la extrema derecha radical no reconocería los resultados electorales bajo el pretexto de que el presidente Nicolás Maduro cometería Fraude.
Basados en un documento del citado Wilson Center, Tanque Pensante encargado de difundir determinados intereses estadounidenses, expresaron voceros de la opositora Plataforma de la Unidad Democrática que harían conteos rápidos (para intentar justificar las actas falsas) y declaraciones antes que se pronunciasen las autoridades oficiales.
Otro propósito anunciado de antemano también por la extrema derecha incentivada por el Wilson Center fue utilizar resultados parciales de las Encuestadoras, falseando esos resultados no solo para ir adelantando que las fuerzas del Gobierno perderían sino, más que todo, ir poniendo casi parejo los resultados creando un clima psicológico de alteración emocional que “calentara” los ánimos, y que una vez decretados oficialmente los resultados, incluso horas antes, llamar a acciones violentas.
Y el propósito final, una vez lograda la violencia, decretado el supuesto fraude por el Gobierno, pues esos sectores de la extrema derecha radical buscarían el reconocimiento y el pronunciamiento de la comunidad internacional.
Si en algo hay que resaltar a la extrema derecha radical, venezolana e internacional, es que actuó en consecuencia, inmediatamente que se dieron los resultados por el organismo rector, el Consejo Nacional Electoral, pusieron en práctica el plan desestabilizador buscando ejecutar un Golpe de Estado.
Unos mil grupos conformados por los Comanditos opositores, con características paramilitares, pagados según el delito que cometieran y bajo los efectos de algunas drogas potentes como el Captagon (estudiada y analizada en sus efectos por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos) atacaron violentamente instituciones públicas y asesinaron a 27 personas, causaron heridas a 196 (cien de ellas pertenecientes a los cuerpos de seguridad venezolanos presentes en el Plan República), y daños psicológicos en la población que demorará quizás algún tiempo en reponerse de dichos embates violentos.
Entre las líneas de mensaje tradicionales de los Manuales de desestabilización expuestas en los días previos y posteriores al 28 de julio contra Venezuela se encuentran:
- Principios esbozados en la Teoría de la Inteligencia Estratégica, argumentada por el teórico y agente de la CIA Sherman Kent: armas psicológicas y otras violentas contra una población a la que hay que debilitar la capacidad de resistencia, fortaleciendo la del adversario para vencer con el empleo de cualesquiera de los métodos posibles (el fin justifica los medios).
- Elementos caracterizados en la Teoría de la Legítima Defensa y en la Guerra Preventiva, conceptualizaciones desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos y sus servicios de Inteligencia que buscan crear en la comunidad internacional la certeza de que ellos (los agresores) son víctimas fuertemente amenazadas y que los agredidos (República Bolivariana de Venezuela) deben ser atacados preventivamente para evitar males mayores.
- El gobierno de Nicolás Maduro es antidemocrático, viola los derechos humanos y reprime amenazando la paz mundial, lo cual es proclive al Caos (reconocen desde esos Manuales que el Caos político, social y psicológico es también un arma importante de combate a justificar desde su empleo inicial).
- Los individuos no pueden conocer la Verdad, deben ser privados de analizar su real vida cotidiana, la que debe ser “llenada” con espacios comunicativos encargados de “enganchar” y reproducir sentimientos de banalidad, de manera que esos individuos, sin percatarse, se aíslen sentimental y socialmente de las colectividades.
- Se debe desmoralizar por todos los medios posibles, y después reforzar la desmoralización mediante medidas de coerción (de ahí las más de 936 medidas coercitivas unilaterales impuestas por los Estados Unidos) tratando de lograr como efecto positivo que se cumpla el Síndrome de Estocolmo (que sea tal el efecto desgarrador en el orden social que la población acepte la superioridad del adversario, buscando una adaptabilidad social y necesaria, en tono de beneplácito con los mecanismos de dominación). Basado en ese principio durante este Golpe de Estado, infructuosamente, intentaron que rindieran resultados positivos las amenazas a los líderes sociales y miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y sus familiares.
- Uso de Contratistas Militares Privados, ONG, Teléfonos, Cámaras fotográficas, Memes en las Plataformas Sociales, y la generación de miles de mensajes por Influencers y Youtubers, propagadores del odio.
- Replicar líneas cortas de mensajes que se vayan profundizando con el tiempo hasta que penetren en el subconsciente (Maduro es el culpable; si votas por nosotros traeremos de vuelta a tu Familia con todos los beneficios) de manera que el Agresor sea reconocido como el gran solucionador del Conflicto; intensificar los mensajes y vincularlos con otras medidas de desinformación contra los individuos hasta lograr confundir y que penetre el odio en el tratamiento cotidiano de la vida familiar social.
- Mantener en todo momento la Colaboración Pública Privada. Los Gobiernos dan las Directrices y después las Plataformas Sociales las ejecutan (se cumple así con el objetivo primario del surgimiento de esas Plataformas creadas por orientaciones del Pentágono, entregada toda su infraestructura a empresarios privados para su desarrollo tecnológico posterior de manera que aparecieran esos empresarios (y no los Servicios de Inteligencia) como la cara visible ante el Estado y la Opinión Pública.
- Desarrollar para los propósitos (desestabilizadores) una Revolución Digital que logre el empleo al unísono del espacio físico, digital y el ciberespacio.
- Infundir sentimientos religiosos que animen un irrespeto hacia la institucionalidad (intentando ganar en adeptos, fundamentalmente, hacia tendencias defensoras del satanismo).
Es de destacar que coincidentemente con la declaración estadounidense de Venezuela, amenaza inusual y extraordinaria a su Seguridad Nacional, los altos ejecutivos del Sistema de Inteligencia crearon el Directorio de Innovación Digital para unificar y fortalecer los trabajos de análisis, logísticos y operativos en el terreno con fines desestabilizadores, todo parece indicar que fue este Directorio el responsable y contribuyente principal de buena parte de las fallidas acciones contra la estabilidad de la ciudadanía venezolana.
Conclusiones
La rápida reacción de las estructuras cívico militares puestas en práctica por los poderes públicos venezolanos impidió el logro del objetivo inicial de las fuerzas reaccionarias durante el Golpe de Estado: el apagón general que de producirse hubiera imposibilitado demostrar la veracidad de los resultados en el acto de votación.
Desde la extrema derecha internacional se apeló a la modalidad de Judicialización de la Política, intentando fallidamente poner en jaque a los poderes públicos venezolanos, destacándose la actuación de esos poderes, incluida la Fuerza Armada Nacional Bolivariana que de manera general y reiterada dio el apoyo al presidente Maduro y participó eficazmente en el Plan República.
Los sectores reaccionarios intentan quebrantar a Venezuela a través de la OEA mediante la unión de varios países al estilo del fracasado Grupo de Lima; en respuesta el Gobierno del presidente Nicolás Maduro impulsa las 7 Transformaciones presentes en el Plan de la Patria, celebrará un Congreso Internacional contra el Fascismo, y cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría de sus ciudadanos (comprendida la casi totalidad de la Oposición) para un Diálogo Nacional Inclusivo que permitirá fortalecer los favorables pronósticos de crecimiento económico que caracterizan actualmente a Venezuela (más de un 8%) después de haber perdido el 98% de sus capacidades productivas como consecuencia de medidas sancionatorias de carácter unilateral.
Venezuela está invitada por Rusia a participar en octubre en la Cumbre de los BRICS con lo cual se contrarresta también uno de los objetivos del Golpe de Estado: impedir que los recursos económicos se compartan para beneficio mutuo, venezolano y de otras potencias como Rusia y China. Con la entrada posible de Venezuela a los BRICS el efecto sancionador de las medidas unilaterales carecerá casi de lógica.
Venezuela lleva más de trece trimestres en ascendente crecimiento económico y es capaz de producir nacionalmente el 96% de lo que consume. Como expresó el presidente Nicolás Maduro al cierre de su campaña desde la propia Tribuna en la que habló públicamente por última vez el presidente Chávez: Todo eso y más le debe Venezuela al Socialismo cristiano y al pensamiento bolivariano de Hugo Rafael Chávez Frías, en el aniversario de su 70 Cumpleaños.
MSC ELIO EMILIO PERERA PENA
* Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales. Mención Estudios Latinoamericanos. Fundación Fernando Ortiz. Universidad de la Habana. Edición 2006. Investigador de los equipos de América Latina, y Comunicacional del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Graduado en 1987 de la Facultad de Periodismo en la Universidad de la Habana. Graduado de la Especialidad de Mecanografía y Taquigrafía audiovisual. Facultad de Artes y Letras. Universidad de La Habana. 1982-1986. Diplomado en estudios sobre Estados Unidos. CEHSEU. Universidad de la Habana. 2004; y en Defensa y Seguridad Nacional. 2005. Autor de temas vinculados a Seguridad, y Política Latinoamericana.