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    El simbolismo de la Plaza de la Victoria de la Gran Guerra Patria en Caracas

    Nota Diario LitoralBy Nota Diario Litoralmayo 15, 2025No hay comentarios1 Views
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    El simbolismo de la nueva Plaza de la Victoria de la Gran Guerra Patria en Caracas
    Por Vicente Quintero. – Hay plazas que se levantan como espacios para el descanso y otras que nacen como epitafios esculpidos en el mármol de la Historia. La recién inaugurada Plaza de la Gran Guerra Patria, ubicada en Zona Rental al inicio de Sabana Grande, en la icónica parroquia El Recreo — esa tierra bisagra entre lo popular y lo simbólico, entre el deseo urbano y la modernidad periférica — no es una plaza cualquiera: es un grito político. Y más aún: es una cápsula memorial que, en su disposición espacial y su teatralidad escultórica, remueve en el inconsciente colectivo las pulsiones de la memoria global que el siglo XX se empeñó en soterrar bajo los escombros del fin de la Historia. Esta plaza es también una escena, un altar político donde el drama de la Historia — con mayúscula — se representa a través del lenguaje escultórico. Y no cualquier historia: la más trágica, la más definitiva, la más simbólicamente saturada del siglo XX. La guerra contra el nazismo, esa confrontación donde la humanidad luchó contra su abismo más oscuro, reaparece aquí, no como museo, sino como mensaje.

    Colocada con precisión quirúrgica en una de las puertas de entrada al alma de Caracas, la plaza hace del paso por los alrededores de la Plaza Venezuela no solo un tránsito comercial, sino un ritual de rememoración. El visitante desprevenido, que quizás se detiene a contemplar las monumentales figuras del Ejército Rojo, no sabe — pero siente — que está siendo interpelado por algo más que bronce y granito: está siendo tocado por el espíritu de una Rusia decidida, conmovida, redentora y perpetuamente de piecontra el olvido. Lo que se halevantado en El Recreo no es solo un símbolo de memoria: es un oráculo, una afirmación de pertenencia a un campo civilizatorio que no teme utilizar la estética como mecanismo de soberanía cultural.

    ¿Quién nos visita desde esas esculturas? ¿Qué espectros se han levantado en plena Gran Avenida? No son simples soldados. Son lo que Carl Schmitt llamaría los katechon del siglo XX: los que contuvieron el Apocalipsis nazi; los que detuvieron el avance de la máquina totalitaria que exterminaba pueblos enteros como si fuesen errores tipográficos del relato civilizatorio. Y lo hicieron, entre otras razones, porque el alma rusa siempre ha sabido sufrir. No por masoquismo, sino porque el dolor, como se desprende en la teología política, no es un accidente histórico, sino una categoría ontológica.

    Plaza de la Victoria de la Gran Guerra Patria en Caracas, Zona Rental. Elaboración propia.

    Así, mientras Europa bailaba sobre sí misma en los pactos de Múnich, Ribbentrop-Molotov y el liberalismo anglosajón se debatía entre la cobardía diplomática y el cálculo financiero, la URSS fue clave en la armazón de la resistencia. De ahí que en el corazón de Caracas emerja ahora este altar laico a la memoria eslava. No para glorificar la guerra — ese vicio tan francés — , sino para reconocer el sacrificio.

    Pero esta plaza no es solo rusa, sino que es también venezolana. Y su ubicación en la parroquia El Recreo no es una casualidad de la planificación urbana: es una señal. Porque El Recreo fue también el epicentro de las antiguas ilusiones modernas de las bonanzas petroleras; la cuna del desencanto moderno y las promesas a las clases medias incipientes; la parroquia que tenía una avenida en honor a Abraham Lincoln. Hoy, en la Caracas del siglo XXI, la misma zona es resignificada con una estética del dolor redentor.

    La Plaza de la Gran Guerra Patria nos recuerda que Caracas no está aislada del mundo. Que la historia venezolana — como bien han mostrado los archivos sobre los primeros viajeros rusos en América y la participación del Imperio de Rusia en la independencia de Venezuela — siempre ha tenido en su periferia el eco de las grandes potencias. Rusia no es una extranjera aislada en estas tierras: es una presencia históricamente difusa, un Otro que nos ha observado desde la distancia.

    Y es que la Historia es también una guerra por la representación. Mientras los centros del pensamiento siguen rescribiendo la Segunda Guerra Mundial con una pluma cada vez más crítica, Caracas erige un monumento contra la amnesia. Una contraescena. Porque no hay nada más subversivo que una plaza que recuerda. Y no hay nada más revolucionario que plantar memoria en el espacio público.

    Plaza de la Victoria de la Gran Guerra Patria en Caracas, Zona Rental. Elaboración propia.

    La plaza no solo es un símbolo de gratitud entre naciones. Es también un acto de rebelión epistémica, dado que en pleno 2025 se decide recordar el momento en que Moscú fue sinónimo de salvación, junto a los Aliados, ante el terror que representaban las fuerzas del Eje. Y todo esto se hace con la teatralidad de la Cordillera de la Costa: en el calor de Sabana Grande, entre buhoneros y grafitis, se levanta un fragmento de Stalingrado. De esta manera, esta plaza es también un espacio de belleza solemne, casi litúrgica. No embellece la pobreza que la rodea, ni disimula cada una de las batallas que dan día a día los venezolanos para salir adelante y prosperar. Por el contrario: las enmarca. Porque en su contraste con lo real, adquiere una potencia estética mayor.

    El bronce brilla no porque lo rodee el mármol, sino porque emerge entre la precariedad urbana como una herida abierta que también es cicatriz. Y si algún transeúnte pregunta para qué sirve esa plaza, que se le responda con claridad: para recordar que la Historia aún está en disputa. Que hay causas y fallecidos que no aceptan el olvido. Que hay gestos que no buscan la utilidad, sino la redención. Caracas en este momento le habla al mundo con voz grave, con voz antigua, con voz de madre. Y al hacerlo, no repite un discurso extranjero, sino que se reencuentra con su propia vocación histórica: la de ser un territorio donde las potencias del espíritu combaten contra el olvido.

    Como diría Benjamin, cada monumento a la civilización es también un monumento a la barbarie. Pero esta plaza no celebra una victoria vacía. Celebra el sufrimiento como forma de resistencia. Celebra, en última instancia, a los pueblos que, en su dolor, aún creen en la posibilidad de redención. El soldado soviético — de pie, con la frente en alto, con la espada de Stalingrado aún caliente en la memoria — se planta en Caracas para recordarnos algo esencial: que no todo pasado debe ser superado. Hay pasados que deben ser custodiados como antorchas, como advertencias, como semillas de identidad.

    Que el bronce resista la lluvia. Que el monumento despierte preguntas. Que Caracas, desde esta plaza, vuelva a ser, aunque sea por un instante, voz y arquitecto del Espíritu de la Historia.

    Caracas Plaza de la Victoria de la Gran Guerra Patria Zona Rental
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